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Foto del escritorAixa Rava

Poemas de Aixa Rava




Revista Altazor


Nació en Tierra del Fuego en 1982. Profesora en Letras por la Universidad Nacional del Comahue (Neuquén), escritora y editora. Está a cargo de las cátedras Didáctica de las Segundas Lenguas y Lengua, Literatura y su Didáctica del Profesorado de Sordos e Hipoacúsicos del Instituto Superior de Foración Docente N.º 4 (Neuquén). Dirige el sello editorial de libros ilustrados Tanta Ceniza Editora y forma parte del Comité Editorial del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas Mario J. Buschiazzo (FADU-UBA).


Los sitios de mi cuerpo

Sitiar tiene impronta latina

y su forma replica la de una muralla.

Sitiar es acción colectiva, individual, acción humana.

Sitiaste una parte minúscula, suelo de mi pelvis.

Sitié entera la corteza donde se alojó el recuerdo.

Sitiamos los ratos libres, las noches de celo

cada vocablo dulce, cada veneno.

Poco a poco cercados

los sitios de mi cuerpo.

No, no lo hice sola

no puedo sola con tanto

territorio vivo.



Armadura


Debajo del árbol me arrulla

como el viento a las ramas esa tarde

que me enfrenté a papá.

Diestra en el sostén de cuatro hijos

sus brazos rodean mi espalda

entrelaza las manos

y nos balanceamos las dos

una canasta humana.

Me dice No le contestes, hija…

palabras que puedo entender

y nos hundimos en las lides del cuerpo

y de la mente

como queriendo justificar

levantamientos y sumisiones.

Así, la vida-contienda, el hogar-campominado

el lenguaje-aguja y estos hilos que

se enredan y no se cortan.

Madre, todavía no aprendo

y me encierro en el abrazo

debajo del árbol, al arrullo del río.

A veces la armadura

se parece a un cascarón

y se parte.



 

Círculo de Poesía. Revista electrónica de literatura


Leemos poesía argentina. Leemos a Aixa Rava (Tierra del Fuego, 1982). Dirige el sello editorial de libros ilustrados Tanta Ceniza Editora. Publicó los poemarios Barda (Buenos Aires Poetry, 2014), La luz no se corta como el papel (Ediciones con doble zeta, 2016), Los sitios de mi cuerpo (Añosluz Editora, 2019) y En el patio crece una planta rosario (Qeja Ediciones, 2021). Participó de las antologías Rumiar. Volumen I (Rumiar Editorial, 2018), Poesía Añosluz (Añosluz Editora, 2020), Poesía Neuquén (Honorable Legislatura del Neuquén, 2020) y Camellia. Mujeres que toman té (Tanta Ceniza Editora, en prensa).


Tierra del fuego


La luz rodea el verano en el recuerdo, aquí la sombra deambula con los niños; entre turberas y fiordos, los glaciares hacen que el hielo se vuelva un enemigo.


En esta isla, la sangre se congela, la piel se raja, la voz se hace chillido; y hasta las bestias, las plantas, los caminos creen que la nieve es ajena al paraíso.


Y es que no hay cardos, sudor, no hay regocijo de tambos, de granjas ni de silos; y si hay un sol, un día, una tarde, se esconde junto al hierro sin aviso.


Jugar es cosa de adentro, no de plaza, y a nadie se le antoja el infinito, que está en el mar, en el nombre, en la bahía, en todo el viento, y también, en todo el frío.


En un domingo de bosque y costa espesa, la libertad una rama de lenga quiebra con la ilusión de salir y no encontrarse con el blanco, el gris y la tristeza.


La isla para el niño es una cárcel con gaviotas, nutrias y orcas muertas, un exilio, un castigo, una venganza, que en el sur de estos pies dejó su huella.

Estarse vacía


Se me van los recuerdos de ese suelo y con ellos un poco me voy, un poco me pierdo. Y quizás yo tampoco quiero perderme de a poco en este tiempo.


Primero fueron los olores. Aquel perfume dulce y viejo que moraba en un tapón de frasco sin cuerpo. El olor de la tierra y de los troncos, de las flores del jardín de casa, el olor de mi cuarto, de mi cama. No hay olores de toda esa pequeña infancia.


Tampoco junto las piezas del barrio donde vivía, el dóberman de la vuelta, los gatos de la vecina. Había extremos y aridez en las aristas tierra y cemento helado, ñires barbados, lejos, y mucha sal en el viento —ese sabor sí que había.


Se me van los recuerdos, qué ironía, tanto quise que se fueran y hoy me extraña como si pesara la ausencia este estarse vacía.


Con la barcaza se aleja, mi niñez de isla.


De Barda (2014)



Estancia


Mi casa es otro cuerpo y yo aprendo de su respiración de su descanso, de su trabajo mientras la habito. El ruido de los órganos que se acomodan el pitido del lavarropas, la cortina golpeando el marco de aluminio, el hielo de la heladera y su crack —mi casa tiene ritmo.

Funciona mecánicamente en paralelo a las corridas tempestuosas sobre la escalera, a las bisagras y los golpes de la madera, la urgencia del baño y el llamado del horno y la comida.

Encastra su engranaje a nuestra estancia al flujo constante de vida, mirá cómo se agita cuando abrimos la ventana y entran con el viento revoltijos de hojas; así dejémosla ligeramente abierta por unas horas, todo cuerpo precisa del reposo.


De La luz no se corta como el papel (2016)


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